jueves, 4 de diciembre de 2008

Nuestro loco

Germán Dehesa
GACETA DEL ÁNGEL
3 Dic. 08
La autora de mis días y también, aunque ella se negara a reconocerlo, de mis noches, solía decir que el problema no era decir la primera mentira, sino el cúmulo de mentiras cada vez más desmesuradas y absurdas que se tenía que proferir para apuntalar esa primera mentira. Tal es el caso de esta señora crepuscular y de mente claudicante llamada Elba Esther Gordillo y el desternillante caso de las Hummers. Todo comenzó porque la agarraron en la movida de su adquisición. A partir de ahí comenzó a decir mentiras cada vez más palmarias, más inverosímiles y más risibles. En cada entrevista que concede, algún malora le vuelve a plantear el asunto y ella ya tiene una novela más insensata que la anterior. En poco tiempo desembocará en la leyenda de Quetzalcóatl, el de la dorada cabellera, que se fue en su Hummer rumbo al nacimiento del sol, aunque prometió volver supongo que a devolver la nave. Y ya. La Gordillo es una vergüenza nacional que no debería merecer ninguna atención de nuestra parte. Todavía es tiempo de regalársela a Carlos Fuentes por sus 80 años, o por lo que sea. Literariamente hablando ya es un tema agotado que sólo da para el denuesto.

En tales condiciones, prefiero acudir a la Rota romana y examinar el diagnóstico que esta acreditada organización científica ha hecho sobre el caso del gran Chente Fox. Ante todo, no perdamos de vista que la Rota romana es fuerte candidata a ganar el premio al "trámite más inútil" de toda la vida pública internacional.

Según lo que hasta hoy se sabe, alguna vez Fox, seguramente cuchileado por la zotaca, presentó ante la mencionada Rota la solicitud de disolución de su vínculo matrimonial con la señora Lilián de la Concha. Esto hizo Fox y la verdad, puesto que se trata de asuntos privados, no es para nosotros los plumíferos materia opinable. Lo hizo y ya está. Donde comenzó el festival grupero fue cuando la tal Rota con su habitual pachorra se pronunció acerca de la materia. En su pronunciamiento los romanos emitieron un sorpresivo juicio: la señora de la Concha no tiene ningún problema y el de las broncas es el señor Fox. ¡Oiga usté nomás, Doña Sempronia, los dramones del Bajío!. No estoy de acuerdo con la Rota cuando dice que Lilián de la Concha es un prodigio de equilibrio y sensatez. Si lo fuera, nunca se le habría ocurrido casarse con un vendedor de Cocacolas con cara de pazguato y copete de Reginito Burrón. Ya con eso sale raspada Doña Lilián, máxime que la Rota dice que las oquedades cerebrales que provocaron que Fox quedara firuláis, vienen de muy antiguo; es decir, de los tiempos de Doña Lilián. Añade la Rota ya entrando en la selvática materia de analizar el cerebro de nuestro ex-presidente que es muy larga la lista de los problemas mentales que se carga Don Chente. Advertido esto, la Rota, que ahora resulta freudiana, organiza un papasal de terminajos médicos, filosóficos, psicoanalíticos que todos ellos juntos suenan como a mentada de madre, aunque bien aclara la Rota no constituyen un insulto, sino un diagnóstico. Yo no sé. Si de mí alguna organización romana o de la nacionalidad que fuera dijera tales cosas, yo sí me pasaría a enchilar. Que si el señor está loco, que no se entera ni de qué lado se chupa la paleta, que ya le tronó el béndix, que no es apto ya no digamos para gobernar a un país, sino para vivir en matrimonio que es mucho más difícil. Yo leo todo esto y aunque creo que el de Fox fue uno de los gobiernos más ineficientes y pusilánimes de nuestra historia, no me da la gana que los curitas me anden basureando al gran Chente que podrá ser un loco, pero es nuestro loco. ¿Estamos?.

http://www.reforma.com/editoriales/ciudad/474/947364/default.shtm

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