martes, 2 de diciembre de 2008

Fiasco y petardo del Charro Negro

Germán Dehesa
GACETA DEL ÁNGEL
1 Dic. 08

Felipe Calderón, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, llega a su segundo año en el cargo. La revista "Proceso" que, por lo visto, jamás se repondrá de la caída del Rayito, en su número de esta semana trae en portada una fotografía del Presidente Calderón y una leyenda que dice con grandes letras: "EL RESPONSABLE". Todo este montaje me parece ridículo, tramposo y abiertamente dirigido a ese trasfondo maligno del alma mexicana que jamás aceptará sentirse responsable de algo. Ésa es la más abismal oquedad del pomposamente llamado México profundo. Llegados al término del segundo año de gobierno de Felipe Calderón entiendo que éste tiene graves responsabilidades que están lejos de ser cumplidas, pero entiendo también que está muy lejos de cumplirse nuestro esfuerzo para ser verdaderos ciudadanos que colaboren con las grandes tareas que necesitamos, Calderón y nosotros, llevar a término. Por lo pronto y con el afecto de siempre, sobre el cual indefectiblemente cae la mácula de Elba Esther Gordillo, lo felicito y le digo que ya los rounds de sombra terminaron y que los dos años que están por venir son los que definirán su paso por la historia de México. Entienda, Presidente Calderón, que no nos tiene tan contentos, pero que tampoco es tiempo ya de vivir instalados en una trama de falacias y mentiras a la que llamamos "realidad". En la realidad real está México y está su Presidente Calderón proponiéndonos tareas. ¿Queremos medir su grado de responsabilidad?, hagamos lo nuestro y luego hacemos cuentas.Esto o palabras similares quería decirle al Presidente que tuvo la mortal gentileza de invitarme, a través de mi Viuda de Cliquot, al desayuno que hoy en Palacio Nacional ofreció el Presidente para conmemorar este segundo aniversario.Para estar allá en el Zócalo a la hora indicada y funesta me tendría que haber levantado a las 7:00 A.M. (¡en domingo!), hubiera tenido que ponerme ¡traje y corbata! y comparecer a las 9:00 A.M. en el Palacio Nacional.Podrán ustedes no creerlo, pero yo estaba dispuesto a cumplir con tan recias pruebas. De hecho, el sábado por la noche, la fría noche, su Charro Negro estaba muy a gusto cenando en casa de unos amigos muy queridos. La cena estuvo muy rica y la conversación, como suele suceder entre los que tienen ya muchos años de vivir en el puro muégano, se puso sabrosa y abundante. No obstante esto, a temprana hora anuncié que ya me iba porque me esperaba un madrugón tamaño caguama. Antes de la una de la mañana ya estaba su Scrooge particular listo para meterse a la cama, leer un rato ("El poder y el delirio", el muy recomendable libro que Enrique Krauze dedica a Hugo Chávez) y luego dormir, tal vez soñar. ¿Dormir?, yes, Jessie your big bloomers (sí, Chucha, tus calzonzotes). ¡No pude dormir un minuto!, mis cívicos y respetuosos vecinos tenían fiesta "colonial" y armaron desde antes de las diez un bochinche infernal. Mi vecina dirá que ella me avisó, pero no hay tal. A mí nadie me avisó de ese ruido que iba a durar hasta las seis de la mañana. Emplearé la ya clásica expresión de Nelson Vargas: ¡no tienen madre!.Cuando intenté levantarme a las siete, nomás me agachaba y me iba de lado. Hice lo único que pude hacer: recliné sobre la almohada mi loca cabecita y ¡anda, vete!. Horas después, me levanté como pude y lo hice por dos razones: escribir mi artículo y acudir al estadio en compañía del Bucles a perder las amígdalas a favor de la causa Puma. No necesito decirles que si perdemos, me aviento del pebetero y así este artículo sería el adiós del soldado. Esperemos que no.

http://www.reforma.com/editoriales/ciudad/474/946648/default.shtm

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